A finales de noviembre, un barco de carga masiva atracó en el puerto chileno de San Antonio, llevando en sus entrañas los primeros 100 autobuses eléctricos de China que los chilenos esperan que revolucionen su sistema de transporte público.
El ambicioso plan de Chile para enfrentar el notorio problema del smog de su capital, Santiago, incluye el despliegue de scooters eléctricos, automóviles y taxis, así como camiones para uso en la industria minera.
El país rico en minerales, que no solo es el mayor productor de cobre del mundo, sino también el segundo productor más importante de litio, un componente clave en las baterías de los vehículos eléctricos, apunta a aumentar el número de vehículos eléctricos hasta 2022.
La ministra de energía, Susana Jiménez, dijo a Reuters que el gobierno quería que los vehículos eléctricos representaran el 40 por ciento de la flota privada de Chile y el 100 por ciento del transporte público en las carreteras para el 2050.
La iniciativa coloca a Chile a la vanguardia de la movilidad limpia en América Latina, así como entre los países en desarrollo de todo el mundo.